Desde niño me preguntaron qué quería ser cuando "grande", y mentiría si dijese que respondí : ingeniero o estar donde estoy hoy puesto que me impuse esa meta inamovible desde ese entonces. El trazarse metas rígidas es un truco social peligroso que, con frecuencia, nos trae más frustraciones que alegrías.
El esfuerzo diario y la pasión que se inyecte en lo que hacemos, es lo que he aprendido que funciona para aproximarnos a nuestros propósitos. Lo demás está, casi siempre, fuera de nuestro control.
Ho
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